¿NIÑOS Y NIÑAS INVISIBLES?

Si miramos atentamente la forma cómo está organizado el espacio en que vivimos, casa barrio y ciudad, nos daremos cuenta que casi todo está hecha en función de los adultos. son pocos los espacios seguros, agradables y suficientemente motivadores para que nuestros niños, y adolescentes se desarrollen sanos, libres y creativos. Lo mismo ocurre con el tiempo . la agenda familiar y los horarios dedican poco tiempo para conversar, pasear y jugar con los hijos. Estamos muy ocupados con el trabajo, o con actividades «Serias». Aun las escuelas, pensadas especialmente para ellos y ellos, se organizan en función de los adultos. Pareciera que niñas y niños fueran invisibles cuando se trata de organizar la vida, aun cuando sabemos que los esfuerzos de padres y maestros están dirigidos a ellos.

Esta manera de hacer las cosas se agrava con la situación de crisis que vivimos, que obligaba a padres y madres a salir del hogar desde tempranas horas del día. Niños y niñas pasan muchas horas solos en casa o en la calle, expuestos a múltiples peligros, sin el cuidado y la protección que necesitan y merecen.

De ahí la importancia de la casa del niño y de la niña «Santa Bernardita» en el cerro el Cholo, creada para brindarles seguridad y oportunidad de socializarse en un ambiente de libertad, así como de participar en actividades formativas y recreativas que contribuyan a su derecho integral. En esta casa, el espacio y el tiempo están en función de sus inquietos y curiosos habitantes. Los talleres de Danza, Teatro, Artes Marciales, Manualidades, Autoestima, Juegos, Computación, así como la Biblioteca, está listos para acoger a quienes libre y voluntariamente deciden participar en ellos.

Los criterios pedagógicos asumidos por el equipo de educadores se basan en una educación para la autonomía y la libertad. Educar en libertad no es fácil, cada día plantea nuevos retos y dudas. Ahí, niños y adultos aprenden que ser libres supone respeto por los otros, que las normas las hacen las personas para facilitar la convivencia, que los intereses de cada uno no deben atropellar los de otros, que los problemas y conflictos pueden resolverse de manera inteligente y que el bienestar es el resultado de la colaboración y participación de todos.

Sin embargo, estos criterios no siempre coinciden con los que los padres y madres asumen en la crianza de sus hijos. Con estas contradicciones y lo más probable es que los niños, niños y adolescentes aprendan a comportarse según les convenga para sacar ventaja y/o evitar sanciones. De ser así, no crecerán en autonomía ni desarrollaran sentido crítico frente a sí mismos y de los demás, sino más bien dependencias, tratando de agradar y satisfacer a quienes tienen autoridad. Aprenderán que la vida puede manejarse con distintos códigos éticos para evitar enfrentarse a situaciones conflictivas.

Por este motivo estamos coordinando con la Casa de la Mujer del mismo barrio, a la que asisten buen número de madres de los niños, con el propósito de compartir preocupaciones, aprender más sobre sus hijos e hijas y unificar criterios educativos. Pensamos que uniendo esfuerzos podemos aportar significativamente a modificar imágenes erróneas y/o parciales sobre los niños y los padres, contribuyendo a mejorar su manera de relacionarse y valorarse mutuamente.

En un primer encuentro hemos identificado los problemas que más preocupan a las madres y próximamente desarrollaremos talleres para trabajar aspectos vinculados al desarrollo de niños y niñas, pautas para educar en valores, sugerencias para apoyar en las tareas escolares, formas de garantizarles seguridad en la calle y otros.

Junto queremos hallar soluciones a problemas que más les afectan en el barrio y comprometer a la comunidad en acciones concretas que hagan «visibles» a niños, niñas y adolescentes en la organización del espacio y tiempo no solo de sus familias sino en los espacios públicos, sabiendo que son la mayor riqueza de un pueblo.

Nora Cépeda García
24 de Agosto del 2003